5.14.2013

Sobre mi mamá.



Pensando en el arte de ser mamá me he dado cuenta que cada vez más conozco parejas que deciden no tener hijos. En un afán por conservar su libertad deciden simplemente no meterle ese peso a sus vidas, prefieren  pensar en sus futuros profesionales, en sus oportunidades, piensan en el mundo que tienen por descubrir o simplemente arguyen que no hay tanto espacio en el mundo para traer una personita más a contaminar. Respetable posición.

Hay otras mujeres que simplemente nacen para ser mamás, lo entendieron desde muy pequeñas, sus juegos preferidos eran con muñecas. Ellas, como del arte de ser mamá siempre han sabido tanto, son mujeres que se han preparado por años para asumir esta responsabilidad; se hicieron grandes profesionales y esperaron a tener la edad adecuada (después de la maestría y 7 años de experiencia laboral, más o menos a los 34 es buena edad). Estas mamás han leído todos los libros y visto todos los programas al alcance, tanto que conocen perfectamente qué se debe hacer desde la primera semana de embarazo hasta los últimos días de su vida. Conocen perfectamente los horarios y los siguen con estricta disciplina, a las 6am 3 onzas, a las 10pm 5 onzas, qué se yo. Estas grandes señoras conocen las teorías más sofisticadas para la educación de los niños y desde antes del nacimiento ya tienen un fondo para garantizar el pago de los estudios superiores del bebé. Respetable posición.

… Y entonces pienso con detenimiento en mi mamá. Les cuento primero para que después lo hablemos. Mi mamá se casó a los 18 (salió corriendo afanada para hacer su hogar, dice ella, yo creo que también estaba muy enamorada de mi papá, tan bellos). A los 19 años tuvo a mi hermano, a los 21 llegué yo, y como por arte de magia (un golazo tipo Kaká) llego mi hermanita a sus 28…  por ahí otro hermanito se fue antes de llegar. Y entonces lo pienso y quedo perpleja, atónica, plenamente asombrada: a mi edad mi mamá ya era una súper mamá, cuando ella tenía mi edad yo ya tenía 5 años… lo pienso, me da escalofrió y guardo silencio.

Entonces, empiezo a comprender muchas cosas que quiero compartir. Empecemos por el principio, mi mamá está muy loca, tan loca que en ocasiones se le ocurre inventar (en su mundo paralelo) que ella no ha sido una buena mamá. Ella por ejemplo jura que no nos pudo “ofrecer muchas cosas”, a ratos se inventa que no tiene ese arte de “ser una excelente mama”, además cree que todas las cosas malas que nos pasan (lecciones de vida) son culpa de ella… y las más dura de todas las que se inventa, es que a ratos, cuando se le salta el seguro, ella siente que estará sola por el resto de sus días.

Yo sé tan poco de ser mamá, porque no soy mamá, pero creo que como hija tengo el deber de aclarar muy bien esto que acabo de escribir en el párrafo anterior. Y por favor, si alguna vez ven a mi mamá soltando algunas de esas perlas párenla, recuérdele por favor esto que les voy a explicar:

Mi mamá es la mejor mamá del mundo (sin ofender al resto de mamás), pero es que mi mamá es una verraca. Ella fue simple y llanamente una mamá joven. Ella no nos educó con teorías ni madures; todo todo el proceso desde sus inicios se hizo a punta de amor puro. Yo fui educada punta de instinto maternal, ese instinto que viene desde lo más profundo de su corazón, que aprendió quién sabe dónde  ni con qué fuerzas, pero así lo hizo (seguramente desde el cielo el amor de su mamá la ha estado guiando, gracias abuelita).

 Yo fui educada a punta de instinto maternal, a punta de amor puro y verdadero, ¿Puede algo ser más transparente que eso? ¿Puede haber algo más perfecto que la naturaleza? ¿Puede existir alguien más perfecto que mi mamá?

En mi educación pesaron poco las teorías, por el contrario reinó el amor, a secas. Si mi mamá alguna vez se equivocó no importa porque todos sus gestos siempre estuvieron llenos de entera dedicación. De ella aprendimos sobre la unión, y el día que empiece a hacer mi hogar ese será el mensaje que lleve como bandera.

Mi mamá a ratos parece vulnerable, a ratos se ve cansada y dice esas bobadas… pero la verdad es la siguiente: nada la derriba, nada la opaca, nada la deja atrás. Mi mamá, toda ella, es un ser admirable, yo le debo todo lo que soy, desde las taras más horribles hasta mi hermoso pelo enredado. A mi mamá le debo mis triunfos, mis alegrías, mis sueños y el amor que se necesita para empezar a construir mi hogar.

Mi mamá es tan dura, tan tesa, tan verraca, tan admirable… que cuando yo sea mamá quiero ser como ella, exactamente igual.