1.24.2012

Juraba que el amor era eterno y se retorcía cada vez que ella la embarraba, claro, si así era hoy como sería después, en 10, o mejor, en 30 años cuando el amor entrara en una especie de sosobra y solo motivaran las buenas costumbres. 

Cada problema una tragedia, cada tragedia un motivo para llorar, pero nunca con la suficiente fuerza para tirarlo todo a la basura... claro, es que el amor pretendía ser eterno.

Sonrisas y lágrimas, lagrimas y sonrisas, cuidando siempre no dar un paso en falso, no decir una mala palabra ni retar al amor con una mala mirada. Nunca un “estoy cansado” un “hoy no quiero salir”… el amor debía ser impecable, porque nadie imagina el futuro con manchas, altibajos, o malas pasadas. Nadie nunca sueña que al final de sus tiempos el amor sea como es... siempre todo será mejor, estará mejor, seguro se acostumbrará, cambiará, entenderá, sonreirá, mañana, mañana me amará por siempre.

Y se concentró tanto en el futuro, y soñó tanto con envejecer a su lado, que no cayó en cuenta que el amor antes de ser eterno es espontaneo, que antes de llegar a viejos debían ser jóvenes, que en el amor también se permitía ser uno mismo, con sus cosas buenas y sus cosas malas, el combo completo, que se podía cantar desafinado, amanecer enfermo, estar pensativo, estar triste, estar eufórico, estar tranquilo… que el amor en el presente es de humanos, y en el futuro también, que en el amor se vale estar molesto y molestar…que si se quiere el amor eterno, entonces el amor es para hoy, tal cual se muestre, sin tapujos ni empujones, sin presiones ni desilusiones… el amor tal cual se muestra hoy es el de mañana, y nada, nunca nada cambiará.

… Ella cogió su cartera, le dio el último beso y lo olvidó.