Pensando en el arte de ser mamá
me he dado cuenta que cada vez más conozco parejas que deciden no tener hijos.
En un afán por conservar su libertad deciden simplemente no meterle ese peso a
sus vidas, prefieren pensar en sus
futuros profesionales, en sus oportunidades, piensan en el mundo que tienen por
descubrir o simplemente arguyen que no hay tanto espacio en el mundo para traer
una personita más a contaminar. Respetable posición.
Hay otras mujeres que
simplemente nacen para ser mamás, lo entendieron desde muy pequeñas, sus juegos
preferidos eran con muñecas. Ellas, como del arte de ser mamá siempre han
sabido tanto, son mujeres que se han preparado por años para asumir esta
responsabilidad; se hicieron grandes profesionales y esperaron a tener la edad
adecuada (después de la maestría y 7 años de experiencia laboral, más o menos a
los 34 es buena edad). Estas mamás han leído todos los libros y visto todos los
programas al alcance, tanto que conocen perfectamente qué se debe hacer desde
la primera semana de embarazo hasta los últimos días de su vida. Conocen
perfectamente los horarios y los siguen con estricta disciplina, a las 6am 3
onzas, a las 10pm 5 onzas, qué se yo. Estas grandes señoras conocen las teorías
más sofisticadas para la educación de los niños y desde antes del nacimiento ya
tienen un fondo para garantizar el pago de los estudios superiores del bebé.
Respetable posición.
… Y entonces pienso con
detenimiento en mi mamá. Les cuento primero para que después lo hablemos. Mi mamá
se casó a los 18 (salió corriendo afanada para hacer su hogar, dice ella, yo
creo que también estaba muy enamorada de mi papá, tan bellos). A los 19 años
tuvo a mi hermano, a los 21 llegué yo, y como por arte de magia (un golazo tipo
Kaká) llego mi hermanita a sus 28… por
ahí otro hermanito se fue antes de llegar. Y entonces lo pienso y quedo
perpleja, atónica, plenamente asombrada: a mi edad mi mamá ya era una súper mamá,
cuando ella tenía mi edad yo ya tenía 5 años… lo pienso, me da escalofrió y
guardo silencio.
Entonces, empiezo a comprender
muchas cosas que quiero compartir. Empecemos por el principio, mi mamá está muy
loca, tan loca que en ocasiones se le ocurre inventar (en su mundo paralelo) que
ella no ha sido una buena mamá. Ella por ejemplo jura que no nos pudo “ofrecer
muchas cosas”, a ratos se inventa que no tiene ese arte de “ser una excelente
mama”, además cree que todas las cosas malas que nos pasan (lecciones de vida)
son culpa de ella… y las más dura de todas las que se inventa, es que a ratos,
cuando se le salta el seguro, ella siente que estará sola por el resto de sus
días.
Yo sé tan poco de ser mamá,
porque no soy mamá, pero creo que como hija tengo el deber de aclarar muy bien
esto que acabo de escribir en el párrafo anterior. Y por favor, si alguna vez ven
a mi mamá soltando algunas de esas perlas párenla, recuérdele por favor esto
que les voy a explicar:
Mi mamá es la mejor mamá del
mundo (sin ofender al resto de mamás), pero es que mi mamá es una verraca. Ella
fue simple y llanamente una mamá joven. Ella no nos educó con teorías ni
madures; todo todo el proceso desde sus inicios se hizo a punta de amor puro.
Yo fui educada punta de instinto maternal, ese instinto que viene desde lo más
profundo de su corazón, que aprendió quién sabe dónde ni con qué fuerzas, pero así lo hizo
(seguramente desde el cielo el amor de su mamá la ha estado guiando, gracias
abuelita).
Yo fui educada a punta de instinto maternal, a
punta de amor puro y verdadero, ¿Puede algo ser más transparente que eso? ¿Puede
haber algo más perfecto que la naturaleza? ¿Puede existir alguien más perfecto
que mi mamá?
En mi educación pesaron poco
las teorías, por el contrario reinó el amor, a secas. Si mi mamá alguna vez se equivocó
no importa porque todos sus gestos siempre estuvieron llenos de entera
dedicación. De ella aprendimos sobre la unión, y el día que empiece a hacer mi hogar
ese será el mensaje que lleve como bandera.
Mi mamá a ratos parece
vulnerable, a ratos se ve cansada y dice esas bobadas… pero la verdad es la
siguiente: nada la derriba, nada la opaca, nada la deja atrás. Mi mamá, toda
ella, es un ser admirable, yo le debo todo lo que soy, desde las taras más
horribles hasta mi hermoso pelo enredado. A mi mamá le debo mis triunfos, mis
alegrías, mis sueños y el amor que se necesita para empezar a construir mi
hogar.
Mi mamá es tan dura, tan tesa,
tan verraca, tan admirable… que cuando yo sea mamá quiero ser como ella,
exactamente igual.